tag:blogger.com,1999:blog-116758922024-03-13T18:15:57.735+01:00Trenzas y RastasTrenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.comBlogger64125tag:blogger.com,1999:blog-11675892.post-27761732234723372152009-01-31T08:02:00.007+01:002009-01-31T08:14:28.555+01:00Tres pérdidas<div align="center">I</div><div align="center"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="center">Acaricio<br />el trágico color<br />de tus cabellos.<br /><br />Por tus pupilas corre<br />una sombra de miedo;</div><div align="center">y beso tus pestañas<br />y entrelazo<br />mis dedos en tus dedos.<br /><br />Y cuando falta el aire<br /><em>no pasa nada</em>, digo.</div><div align="center"><br />Mientras el mundo<br />se nos hunde<br />entero.<br />A ti, porque te vas.</div><div align="center">A mí, porque me quedo</div><div align="center"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="center">II</div><div align="center"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="center">*</div><div align="center">Escribiré tu nombre<br />en los hondos cimientos<br />de las calles. </div><div align="center"><span style="color:#ffffff;">. </span><br />Donde el aire no pueda<br />convertirlo en arena<br />que aumente los desiertos.</div><div align="center"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="center">*</div><div align="center"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="center">III<br /><br />Padre Nuestro, Señor,<br />¿dónde estarás en el momento justo<br />-estabas en los Cielos-<br />en que acabe esta vida impaciente<br />-y Te santificábamos-</div><div align="center">que rodó</div><div align="center">por los Reinos de Tu Nombre?</div><div align="center"><span style="color:#ffffff;">.</span></div><div align="center">*</div>Trenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.com24tag:blogger.com,1999:blog-11675892.post-61251905218923246572008-12-20T11:08:00.002+01:002008-12-20T11:11:15.785+01:00¡Felices Fiestas....!<div align="center">Con mis mejores deseos para estas Navidades, os dejo aquí</div><div align="center"> </div><div align="center"><a href="http://www.trenzas-trenzas.com/2008.htm">http://www.trenzas-trenzas.com/2008.htm</a></div><div align="center"> </div><div align="center">mi agradecimiento por vuestras visitas y vuestras palabras a lo largo de este año, que pronto acabará. </div><div align="center"> </div><div align="center">Que se cumplan todos vuestros sueños, queridos amigos.</div><div align="center"> </div>Trenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-11675892.post-49844525064368993372008-11-14T11:22:00.003+01:002008-11-14T11:38:39.521+01:00Bestiario<div align="center">I</div><div align="center"> </div><div align="center">Impaciente</div><div align="center">me clavo</div><div align="center">en la inocente hoja</div><div align="center">que nada sabe aún</div><div align="center">de garabatos tristes.</div><div align="center">Rasgo y rasgo el papel</div><div align="center">hasta hacer daño.</div><div align="center">Hasta sangrar la coma</div><div align="center">y el punto suspensivo.</div><div align="center">En la gota más roja,</div><div align="center">se relame el vampiro.</div><div align="center"> </div><div align="center">II</div><div align="center"> </div><div align="center">En algún recoveco</div><div align="center">de tu biografía</div><div align="center">vive un dragón hambriento</div><div align="center">que vigila mis sueños.</div><div align="center">Supongo que, por eso,</div><div align="center">todas mis alegrías</div><div align="center">llevan la marca de tus dientes.</div><div align="center"> </div><div align="center">III</div><div align="center"> </div><div align="center">Me escondo...</div><div align="center">Me defiendo...</div><div align="center">Edifico murallas altaneras.</div><div align="center">Pero, no sé de dónde,</div><div align="center">siempre aparece</div><div align="center">el griego</div><div align="center">que sabe hacer caballos de madera.</div><div align="center"> </div><div align="center"> </div>Trenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.com16tag:blogger.com,1999:blog-11675892.post-73174455166457475962008-09-21T19:23:00.003+02:002008-09-21T19:28:49.930+02:00Te quiero, nena-Te quiero, nena, te quiero.<br />El loro repetía la frase una y otra vez.<br />Era la última que había oído en la voz de Él. <br />Daba cortos pasitos sobre el barrote de la jaula y chapurreaba: "Te quiero, te quiero nena, te quiero"<br />Inclinaba la cabeza dirigiendo la vista al suelo.<br />Hacia el cuerpo de Ella, que yacía inmóvil en la alfombra sobre una gran mancha roja.Trenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.com22tag:blogger.com,1999:blog-11675892.post-57631771299354002632007-10-27T11:25:00.000+02:002007-10-27T11:41:18.180+02:00Apuntes<div align="center"><strong>Apunte I</strong></div><div align="center">*</div><div align="center"></div><div align="center">Soy de papel.</div><div align="center">Y tú me escribes</div><div align="center">con lápices de piedra</div><div align="center"></div><div align="center"></div><div align="center">========</div><div align="center"></div><div align="center"><strong>Apunte II</strong></div><div align="center">*</div><div align="center"></div><div align="center">Acorde con el sol</div><div align="center">y con la hora</div><div align="center">se desnuda un momento</div><div align="center">-alma de hierba dulce-</div><div align="center">en el lado más quieto de una calle</div><div align="center">donde no hiere el aire</div><div align="center">ni la noche. Muy despacio</div><div align="center">no sea que, de pronto,</div><div align="center">el cielo se desplome.</div><div align="center"></div><div align="center">========</div><div align="center"></div><div align="center"></div><div align="center"><strong>Apunte III</strong></div><div align="center">*</div><div align="center"></div><div align="center">¡Torpe de mí</div><div align="center">que nunca supe descifrar enigmas!</div><div align="center">Dime: ¿Son veinte dedos</div><div align="center">en cuatro manos frías</div><div align="center">o cuatro manos frías</div><div align="center">han perdido los dedos?</div>Trenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.com24tag:blogger.com,1999:blog-11675892.post-59992853065846698422007-08-18T11:54:00.000+02:002007-08-19T09:56:30.906+02:00Un día, una calle<div align="justify">La ciudad es tan grande que a veces me confundo. ¿Se ha fijado usted en que hay muchas calles con nombres parecidos? Algunos barrios las tienen todas con nombres de ríos. Calle del Río Ebro, calle del Río Tajo, calle del Río Duero... y otros más difíciles que no me acuerdo si son de España o no. Yo las apunto ¿sabe?. Sí, apunto las calles por donde ya he pasado para no venir dos días seguidos a la misma. Es una tontería, ya lo sé. Hoy vengo aquí y no está, pero mañana puede que sí y yo estaré buscando en otra parte. Me digo que es cuestión de suerte y que lo mismo daría quedarme en la puerta de mi casa y esperar allí a que aparezca. Pero no puedo con la impaciencia y casi sin querer, echo a andar.</div><div align="justify">El año pasado no salí apenas. Mi mujer se puso mala y murió ¿sabe usted?. No, claro, cómo iba a saberlo. Pues sí, se murió. El médico dijo que de una pulmonía que se había complicado, pero no, que va. De pena se murió; de pena. Enfermó cuando el hijo se marchó de casa una tarde y ya no volvimos a verlo. No, no, nunca más. Usted dirá que es raro, pero si lo piensa bien, eso pasa mucho. Los jóvenes desaparecen y ya está. Se hartan de la casa o del trabajo o quién sabe de qué y se van. No; huyen. Esa es la palabra; huyen. Vas a la policía y te dicen que si son mayores de edad, no pueden hacer nada. Y si insistes, los buscan un poco, como para que te calles y listo. ¿Qué soy injusto? Puede ser; la impotencia que uno siente, que no le deja ver las cosas como son. Eso será. Algo sí que hicieron, pero de mi hijo no se sabía que nadie le quisiera mal, o que anduviera en malos pasos. Dejaron de buscar pronto, aunque dicen que el caso está abierto. Dios sabrá si eso quiere decir que lo buscan o si esperan que una casualidad se lo ponga delante.</div><div align="justify">Salimos en la tele para pedirle que volviera si nos estaba viendo y enseñamos su foto por todas partes y pusimos carteles en los árboles de la carretera y en todos los sitios que pudimos. Los vecinos nos ayudaron. Yo, ya ve usted, soy un viejo con pocas fuerzas y mi mujer era de mi edad, la pobre. Ya no pensábamos en criaturas cuando se quedó embarazada. Y ojalá nunca hubiera pasado, que si no conoces hijos, no pueden romperte el corazón.</div><div align="justify">¿Cómo dice..? ¡Ah, sí..! Eso también lo pensamos; pensamos en tantas cosas... Mi mujer, más que yo. Ella no paraba de darle vueltas a la cabeza. Decía que se había metido en alguna secta de esas que les atolondran la cabeza o que si no era eso, le había atropellado un coche y lo habían escondido para que no se supiera, o se había caído por algún barranco, o al río, o quién sabe qué. Es que nosotros vivíamos en el pueblo ¿sabe?. Un pueblo pequeño, no sé si lo habrá oído nombrar; Laguna, se llama; el pueblo se llama así, aunque no hay laguna ni nada que se le parezca. Un río estrecho sí hay. Todo el verano baja como un hilillo pero en invierno trae buena corriente. Allí buscamos mucho porque ese río lo atravesaban los chicos con las motos; para divertirse decían, pero hubo más de un descalabro. </div><div align="justify">Nada; ni él apareció, ni la moto, ni ninguna cosa suya. Luego, al año o más, nos escribieron unas personas diciendo que le habían visto aquí, en la capital; y ya no teníamos nada que hacer en el pueblo mi mujer y yo. Cerramos la casa y nos vinimos a buscarle. Todas las tardes echábamos a andar juntos; un día, una calle. Mirando en cada rincón. A veces, ella me cogía la mano y la apretaba señalando a alguien. O se paraba de repente y me decía "¡Mira, mira, ese chico..., parece...!"</div><div align="justify">Pero nunca era él. Eran visiones; las ganas, la impaciencia, el miedo a no verle más.</div><div align="justify">No crea usted; a mí también se me paraba el corazón algunas veces y en más de una ocasión he gritado su nombre, al ver una figura semejante a la suya entre la gente.</div><div align="justify">¿Sabe usted...? Creo que poco faltó para volvernos locos. </div><div align="justify">Bueno, ahora ella descansa y yo sigo buscando porque no sé que otra cosa puedo hacer. No tengo muchas esperanzas de encontrarle y las fuerzas no me sobran, pero ¿qué quiere usted...? Es mi hijo, mi hijo, y mientras no me presenten su cadáver...</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div>Trenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-11675892.post-72458610811001864492007-08-05T16:06:00.000+02:002007-08-05T21:07:58.566+02:00Aún<div align="center">Me acuerdo de tus ojos con un escalofrío.</div><br /><div align="center">Dabas miedo, ¿lo sabes?; </div><div align="center">dabas miedo.</div><br /><div align="center">Aún lo das.</div><br /><div align="center">Temo dormir, </div><div align="center">por si de entre la bruma</div><div align="center">de un mal sueño,</div><div align="center">aparece de pronto tu mirada</div><div align="center">y me fulmina </div><div align="center">el rayo del desprecio.</div><br /><div align="center"></div>Trenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.com20tag:blogger.com,1999:blog-11675892.post-35704499501712066302007-07-12T12:52:00.001+02:002008-03-18T11:37:33.501+01:00Amalia<div align="justify"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">Hoy iba a ser un día de esos que parecen no querer acabarse nunca. El calendario lo estaba gritando: 10 de octubre. Amalia suspiró resignada y se dispuso a afrontarlo.<br />Atándose el delantal a la espalda se encaminó a la cocina. Le dolían las rodillas; mala señal. Sólo faltaría que lloviera. Puso el agua a hervir y preparó las tostadas. La señora no comería nada más. Hoy no.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">Desde el fondo del pasillo llegó un campanillazo en el mismo momento que la tetera dejaba escapar el primer chorro de vapor. Las once ya.<br />-Bueno, justo a tiempo - murmuró Amalia. Apagó el fuego y enfiló el pasillo. La campanilla sonaba en un repiqueteo impaciente.<br />-Buenos días, señora.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">Abrió las cortinas y se acercó hasta la cama, donde una mata de largos cabellos blancos se extendía por un mar de almohadones, enmarcando un rostro huesudo y pálido que surgía del cuello de un camisón que no parecía contener sino ese rostro, y unas manos de largos y finísimos dedos asomando por entre los encajes de las mangas.<br />-Buenos días, señora - repitió Amalia.<br />-¿Qué día es hoy? </span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">La voz de la anciana era firme.<br />-Miércoles, señora.<br />-Amalia, no me tomes por tonta. ¿Qué día es hoy?<br />-10 de octubre, señora.<br />-Bueno, ¿y a qué esperas? ¿Acaso no tienes nada que hacer? ¡Vamos, vamos, traéme una taza de té y una tostada! Una sola o luego no podré comer nada. Y ve abriendo la casa, que se ventile. No quiero que huela a moho. ¡Deja de retorcerte el delantal, demontres..! ¡El té, Amalia, el té! ¡Deprisa o se hará tarde!<br />-Ahora mismo.<br />-¿Ahora mismo, qué?<br />-Ahora mismo, señora.<br />-Eres vulgar, Amalia, vulgar. Tantos años y no he conseguido sacar partido de esa cabeza hueca. ¡Traéme ese té de una vez! ¡Deprisa, deprisa, que hay mucho que hacer!<br />Amalia volvió con el té y preparó el baño mientras la anciana lo bebía con prisa y mordisqueaba la tostada. Luego la ayudó a levantarse y a meterse en el agua espumosa. Amalia se preguntó de dónde sacaba tanta fuerza aquel saquito de huesos en que se había convertido su señora.<br />-¿Está preparado el cuarto de la niña? ¿No habrás quemado el bizcocho de nueces de mi hijo como hiciste el año pasado? Tráeme el vestido azul marino, el de manga abullonada. ¿Qué te pasa hoy? Estás más torpe que nunca. Vamos, vamos, que se echa el tiempo encima. Sécame, sécame. ¿Has puesto las rosas en la salita? Amarillas, que sean amarillas; a mi nuera le gustan de ese color. ¿Y la plata? ¿Has limpiado la plata...?<br />Amalia contestaba a todo con un tranquilo "sí, señora" y continuaba lavando, secando, peinando y abrochando vestidos, collares y pulseras. Luego le puso el bastón en la mano y la acompañó a su butaca en la salita, frente a la ventana desde la que se veía el camino que llegaba hasta la misma puerta de la casa.<br />-Amalia, no pensarás abrir la puerta a mis hijos con esa facha ¿verdad? Estás que da grima verte. Cámbiate. Y ponte la cofia. Será lo único que aún te vaya bien del uniforme, porque estás gordísima. Nunca serás una verdadera doncella, por mucho que me esfuerce. ¿Cuantos años llevas aquí?<br />-Cuarenta y cuatro, señora.<br />-¡Cuarenta y cuatro años..! Pues parecen cuarenta y cuatro días, a juzgar por lo que has aprendido. Anda, ve a poner la mesa que ya no pueden tardar mucho.<br />Amalia agradeció poder salir. No era necesario ir al comedor a preparar nada. Demasiado sabía que no lo iban a necesitar. En la cocina podía descansar un rato. Ya era más de la una. Se sentó ante la mesa con un vaso de zumo y un par de galletas. La señora tenía razón. Estaba torpe ya. El tiempo no pasaba en vano. Y también pasaba deprisa. Volvía a ser 10 de octubre. Oyó la campanilla. Se apoyó en la mesa y se levantó con un esfuerzo doloroso. ¡Dichosas rodillas...!<br />-Diga, señora.<br />-¿No han llamado mis hijos?<br />-No, señora.<br />-Llama a su casa, Amalia; que Juani te diga a que hora han salido. ¿Es que nunca se te ocurre nada? ¡Todo hay que decírtelo, cabeza hueca!<br />-Ahora mismo llamo, señora. Perdone, señora.<br />Amalia fue al otro extremo de la salita, descolgó el auricular y marcó un número. Una voz contestó lo que ya sabía. "Le informamos que el número solicitado no existe...."<br />-Están comunicando, señora.<br />-¡Vaya por Dios...! Vuelve a llamar más tarde. Tráeme un poco de agua.<br />-Señora, debería comer algo.<br />-No, no. Me quitaría el apetito para el almuerzo. Sólo agua. Y rapidito, que contigo...<br />Cuando Amalia volvió con el agua, la anciana dormía, la cabeza sobre el pecho, las manos abandonadas en el regazo. Se dijo: "Mejor así". Volvió a la cocina, se sentó y puso un taburete bajo sus pies. Estaba cansada. Con suerte, la señora dormiría un par de horas y faltaría poco más para poder acostarla. No aguantaba levantada mucho tiempo. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">La despertó el insistente sonido de la campanilla. Se levanto de un salto y se le doblaron las rodillas. Con un gesto de dolor, se apresuró hacia la salita.<br />-¿Dónde diablos te metes, estúpida?. ¡Llevo media hora llamando!<br />-Perdone, señora. Estaba en la terraza de atrás.<br />-¿Han llamado mis hijos? ¿O estabas demasiado ocupada para descolgar el teléfono?<br />-No, señora. Habría oído el de la cocina. No han llamado, señora, seguro.<br />-¿Qué hora es?<br />-Pronto serán las seis, señora.<br />-No entiendo que puede haber pasado para que no hayan llegado aún.<br />-Habrá surgido algún imprevisto, señora. Vendrán mañana. O esta noche, quizás.<br />-Bueno, bueno. Me disgusta mucho ésta falta de atención, pero así son los jóvenes hoy día.<br />La anciana fijó la vista en el jardín. ¿Estaba oscureciendo o eran sus ojos los que se oscurecían? No le apetecía seguir allí sentada, mientras Amalia la miraba con aquella cara de torta sin sal.<br />-Amalia, quiero acostarme ya. Si llegan tarde mis hijos, no me despiertes. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">-Muy bien. señora.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">La anciana miró una vez más al jardín. No; no se veían luces de faros, ni en el camino había ningún coche. No habían venido. Otra vez no habían venido. Cogió el brazo que le ofrecía Amalia y las dos mujeres se encaminaron a la alcoba.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">Allí deshicieron el ritual matutino. El vestido volvió al armario, las joyas al joyero y el pelo volvió a soltarse. Tomó su pastilla para dormir y Amalia arregló los almohadones en torno a su cabeza y la tapó, cuidando de que quedaran fuera del embozo los brazos y las finas manos, ahora un poco más temblorosas que por la mañana. Cerró las cortinas y apagó la luz central, dejando una pequeña lámpara encendida sobre una mesita baja. Amalia sabía que su señora ya no tenía ganas de hablar. Una última mirada para comprobar que todo estuviera en orden y dijo:</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">-Buenas noches, señora.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">No contestó, pero al cerrar la puerta volvió a llamarla.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">-Amalia.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">-Diga, señora.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">-Nada, nada. Vete ya.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">Y luego, apenas susurrado, Amalia la oyó decir:</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">-Gracias.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">Cerró la puerta como si no la hubiera oído. Sabía que eso era lo que su ama quería y a ella no le importaba. Apoyó la espalda en la puerta de la habitación y escuchó. Como cada año, desde hacía cinco, le llegaron los sollozos apagados de la anciana. Nunca la había visto llorar después de aquel día. La señora era demasiado orgullosa para dejarse ver tan abatida.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">En la cocina se quitó los zapatos y el uniforme. Las piernas le dolían a rabiar. Preparó un balde con agua salada, se sentó cerca de la mesa y sumergió los pies en el agua tibia. Luego cogió el recorte de periódico que guardaba en el cajón. Miró aquella fotografía que había visto cientos de veces. Un coche destrozado, unos bultos en el suelo tapados con mantas, un policía escribiendo algo en un cuaderno. Al pie, una breve reseña: "10 de octubre de 2001. Un matrimonio y su hija de cuatro años, han resultado muertos en un trágico accidente a las afueras de..."</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">Dejó de leer. Se dijo que ella tampoco podría aceptar algo así por muchos años que viviera; que, seguramente, preferiría conservar esa imposible esperanza; que seguiría aguardando.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">Quizás el año entrante, ya no tuviera que fingir que no había sucedido semejante desgracia. Estaba muy acabadita su señora. </span></div><div align="justify"><span style="font-size:0;"></span></div>Trenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.com21tag:blogger.com,1999:blog-11675892.post-1143248278187353152007-06-16T22:10:00.000+02:002007-06-17T08:51:17.091+02:00Sin motivo<div align="center"><span style="font-family:verdana;">Estaría bien</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">poder hablar sin tener un motivo. </span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">Sólo porque sí; porque nos apeteciera.</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:78%;color:#ffffff;">. </span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">Despegar los labios para dejar fluir </span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">consonantes y vocales </span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">que formaran sílabas, </span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">que completaran palabras, </span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">que formaran frases, </span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">que no dijeran nada; </span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">que bastara oírlas explotar en el aire.</span></div><div align="center"><span style="font-family:Verdana;font-size:78%;color:#ffffff;">.</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">-Hoy, lilas en los ojos transparentes.</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:78%;color:#ffffff;">.</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">Una tontería, lo sé. Y sin embargo,</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">he conseguido pronunciar cada letra y </span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">durante un momento el silencio se ha roto</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">en cientos de pedazos.</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:78%;color:#ffffff;">.</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">Podrías contestar:</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">-Naranjas sobrevuelan estratocúmulos.</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">A mí me haría gracia y quizá sonriera.</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:78%;color:#ffffff;">.</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">Podria replicarte:</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">-Témpanos ardientes desgarrando sábanas.</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">No, no; eso no.</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">Sólo palabras </span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">que no nos hagan daño.</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:78%;color:#ffffff;">.</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">-Agua que burbujea en la trompeta.</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">-Elefante convertido en crisálida.</span></div><div align="center"><span style="font-family:Verdana;">- Cristal que se aburre en la ventana.</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">-Un día no amanece.</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;">-Otro, nunca se acaba...</span></div><div align="center"><span style="font-family:Verdana;font-size:78%;color:#ffffff;">.</span></div><div align="center"><span style="font-family:Verdana;"></span></div><div align="center"><span style="font-family:Verdana;">Y el aire recogiendo sonidos,</span></div><div align="center"><span style="font-family:Verdana;">modulando los tonos con cuidado.</span></div><div align="center"><span style="font-family:Verdana;">Consonantes, vocales...</span></div><div align="center"><span style="font-family:Verdana;">Sólo palabras que no nos hagan daño.</span></div><div align="center"><span style="font-family:Verdana;color:#ffffff;">.</span></div><div align="center"><span style="font-family:Verdana;"></span></div><div align="justify"></div>Trenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-11675892.post-1167047616374816692006-12-25T12:50:00.000+01:002007-02-24T22:21:02.272+01:00¡Felices Fiestas...!<div align="center">En el último minuto, pero no por eso en último lugar de mi recuerdo.</div><div align="center"> </div><div align="center">*</div><div align="center">Aquí os dejo mi felicitación navideña y unas pocas palabras de agradecimiento.</div><div align="center"><span style="color:#ffffff;">*</span></div><div align="center"> </div><div align="center"><a href="http://personal.telefonica.terra.es/web/trenzas2/blog2006.htm"><span style="font-size:130%;">¡Feliz Navidad, amigos..!</span></a></div>Trenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-11675892.post-1160762063735464722006-11-29T23:40:00.001+01:002008-07-11T10:59:44.357+02:00¡Qué suerte..!<div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#330000;">Todo estaba preparado. Las ventanas cerradas, las cortinas corridas y la pequeña estufa de gas apretada contra la butaca. Empezaba a notarse un ligero olor a quemado; casi nada todavía. Había tenido que reunir muchas fuerzas, pero una vez tomada la determinación, no iba a retroceder. No sabía de que otra manera podía librarse de tanta angustia.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#330000;">Por enésima vez en la última semana se dijo que ya valía; de todo. Ya valía de aguantar borracheras, de noches en vela sin saber donde estaba, de pasar apuros porque él nunca tenía bastante para gastar en su vicio favorito. Estaba harta. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#330000;">No es que fuera malo; no la pegaba ni la insultaba, al contrario. Llegaba a casa con aquel pestazo a bar de mala muerte, con un aliento podrido de alcohol y la abrazaba y le decía que la quería mucho y que lo sentía; que nunca más volvería a pasar. Algunas veces le traía una rosa, comprada en cualquier discoteca al principio de la noche, marchita y sucia, y se arrodillaba ante ella, suplicando, "dame un beso, por favor; te juro que nunca, nunca más" Y lloraba; y las lágrimas le corrían por la cara y los mocos le resbalaban hasta la boca y seguía intentando besarla.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#330000;">Y ella se moría de asco y de desesperación.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#330000;">No más. Ahora, él dormía tirado en el sofá; ni una bomba podría despertarle; de eso podía estar segura. También sabía que los vecinos, siempre vigilantes, le habrían oído llegar cantando y dando traspies por los escalones de entrada al edificio, ya de madrugada. ¡Cuántas veces había sentido la vergüenza de sus miradas de lástima o de reprobación! Como si ella fuera la culpable de las borracheras de su marido.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#330000;">Parecería casual; habría tropezado; quizás había empujado la estufa hacia la butaca y el relleno de espuma, ardiendo lentamente desprende gases tóxicos. Todo el mundo sabe eso; que el humo mata si no te despiertan a tiempo. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#330000;">Y ella no iba a estar allí para despertarle. Ni ella ni nadie en varios pisos. A esa hora solo quedaba en el bloque, Antonia, la anciana del segundo, que no prestaba atención a nada que no fueran sus gatos.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#330000;">Bien. Hora de marcharse. Ni lo miró. No quería arrepentirse. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#330000;">Ella estaría en su puesto de trabajo esperando una llamada liberadora.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#330000;">Y la llamada llegó dos horas después.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#330000;">-¡Un milagro..! -le gritaba una voz alterada en el auricular. -¡Es un milagro...! El gato gris de la Sra. Antonia se ha caido sobre el tendedero del primer piso y ella ha llamado a los bomberos que se han dado cuenta de que olía a humo. Han tirado abajo la puerta de tu piso y dicen que por poco se muere tu marido asfixiado. Lo han llevado a la Cruz Roja, pero no te preocupes que está fuera de peligro. ¡Qué suerte has tenido, hija...!</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#330000;">-Sí.., ¡qué suerte...!</span></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div>Trenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-11675892.post-1164190776533773352006-11-26T23:17:00.001+01:002008-07-11T11:02:37.400+02:00El dolor de Garfio<div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#330000;">Quiero contarte esto, Wendy, porque sé que tú crees que soy un ser odioso y que mi corazón no alimenta ningún buen sentimiento. Y quizás ahora sea cierto, pero no siempre fue así. Hubo un tiempo en que...</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#330000;">¿Tienes mucha prisa? Pues te lo contaré desde el principio, Wendy. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#330000;">Fué un verano de tormentas. Después de catorce días y trece noches terribles navegando sin descanso, llegamos al estrecho del Bósforo. Cuando la travesía ha sido dura y esta lo fue, siempre se reciben con alborozo las luces de un puerto amigo. Pero aquella noche.., aquella noche fue algo más que alegría lo que llenó nuestros corazones. Todos sentimos que algo especial estaba a punto de suceder. Había una explosión de magia en la oscuridad. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#330000;">A babor y a estribor del buque cientos, miles, millones de diminutas luces nos rodeaban. Unas tenían forma de estrellas, otras de lunas relucientes; unas eran blancas, otras azules, otras amarillas. Luces a ras de agua trazando un reflejo infinito hasta la misma línea de flotación. Era una visión maravillosa, Wendy, maravillosa. Te lo digo yo que he visto muchas cosas y ninguna como aquella.<br />En un punto abrigado del puerto dejamos nuestro barco. Smith y yo bajamos a tierra y nos mezclamos con la multitud. Era extraño pero había mucha gente a pesar de la noche. Encantadores de serpientes, osos equilibristas, loros que no repetían tus palabras sino que las contestaban, alfombras que flotaban al pisarlas, echadoras de cartas, magos que leían el futuro en el iris de los ojos y bailarinas de la India que hacían sonar, alegres, los cascabeles de sus tobillos. Hombres y mujeres de todas las razas vendían y compraban sedas transparentes, perlas de redondez perfecta, perfumes que embriagaban como el licor más fuerte, abanicos de nácar y bolsas de pimienta. El aire olía a jazmín, a naranjas, a canela...<br />Ya sé que no me crees, pero todo es cierto, Wendy. Todo.<br />Tras un puesto de flores un vendedor tronaba; "¡Hay claveles de España, rosas de Alejandría, tulipanes de Holanda..!" Yo no vi las flores. Miraba hipnotizado a la joven que lo acompañaba. Ella era.., ¿cómo explicarte..? Su piel era dorada como miel derretida y sus ojos.., no sé Wendy, no sé de que color eran sus ojos, pero sin duda eran del color de la vida. Sé que al mirarme me traspasó el alma y que decía “sí” a la pregunta que yo le formulaba sin palabras.<br />Un cofre rebosante de oro nos costó llevarnos todas las flores y, mientras el vendedor contaba su dinero, esos ojos también.<br />En el barco nunca hubo tanta alegría. Yo no recuerdo noches más largas y en el mar todas lo son, que aquellas noches que pasé junto a ella. Y los amaneceres; el sol mecía el agua que reía y cantaba, tan feliz como yo. Alfombré el camarote con pieles raras y preciosas, compré para mi amor terciopelos, tules, collares de esmeraldas...</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#330000;">Y ni siquiera contesté a las burlas de otros piratas cuando pasamos por la Gran Tortuga y me llevé todas las existencias de chales recamados y babuchas bordadas que pude encontrar en la isla. ¡Eramos tan felices! ¡Ella era tan dulce..!<br />Pero una noche aciaga, no sé como y ni pensarlo puedo, todo lo perdí. No fueron los piratas holandeses, enemigos perpetuos, ni los españoles; no. A ellos les hubiera derrotado. Siempre he sabido que fueron los mismos dioses, rastreros, insaciables envidiosos, los que aquella noche me tendieron la peor emboscada.<br />No buscaron el oro ni las piedras preciosas ni las sedas de Oriente. Buscaron, encontraron y me robaron mi sueño. Mi único amor, mi única felicidad.<br />No sabes cuanto lloré, Wendy. Nunca podrás imaginarlo. Han pasado muchos años y nada hay en el mundo que calme el dolor que me consume. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#330000;">Solo me queda una esperanza; ¿ves aquí, en mi hombro, este pequeño corazón? Ella lleva otro igual. Fue un tatuador en Egipto quien lo diseñó para nosotros. No hay ningún otro que se le asemeje. Desde que me la robaron, pido a las jóvenes que encuentro que, por favor, miren en su hombro izquierdo, por si estuviera allí mi amor perdido.<br />Ya sé que es casi imposible, pero.., ¿quisieras Wendy, por si acaso los dioses pretenden confundirme? ¿Quieres mirar tu hombro, por favor? Esperaré en cubierta.<br />Gracias, Wendy. </span></div>Trenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-11675892.post-1162447821107817562006-11-02T06:31:00.000+01:002007-02-24T23:00:58.583+01:00Cuento para F. El final<div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong>Nuestros viajeros, ansiosos por conocer, caminaron arriba y abajo por todo el país y se extasiaron ante las puestas de sol, la intensidad del azul del cielo, las altas cumbres nevadas, los profundos y verdes valles, la belleza de sus edificios y monumentos y otras cosas maravillosas que también tenían en los países donde habían nacido pero que, como no tenían que correr aventuras para verlas, no les hacían la misma ilusión.</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong>Los días pasaron y pasaron. Las hojas del calendario se caían a montones y ninguno se daba cuenta. Hasta que una mañana de lunes, que es cuando pasan todas las cosas desagradables, se dispusieron a dar su habitual paseo y cual no sería su sorpresa al comprobar que estaban fuera del país que no tenía nombre.</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong>Se dieron cuenta enseguida porque en todas las calles había placas que decían "Calle del Señor Fulano de Tal" y había números en las puertas de las casas y papeleras y paradas de autobús y, lo peor de todo; estaba lleno de señales que indicaban por donde se iba a todas partes sin lugar a dudas. Y la gente andaba tan aprisa que pisaban o empujaban a las demás personas y nunca pedían perdón ni sonreían.</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong>Todo el grupo se puso muy triste. A las señoras se les escaparon unas lágrimas y los señores se sonaban ruidosamente; señal inequívoca de que estaban emocionados.</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong>Se quedaron un buen rato mirándose unos a otros sin saber que hacer, desconcertados por la brusquedad del cambio, hasta que uno de ellos cogió un papel y un lápiz y se puso a escribir su número de teléfono y se lo fue dando a los compañeros. Inmediatamente todos le imitaron y durante unas cuantas horas, se pasaron direcciones, se dieron besos y abrazos y se prometieron visitas para enseñarse las fotos que habían tomado en el país que no tenía nombre.</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong>Por fin, algunos empezaron a andar en dirección a su vida de siempre; tomaron un taxi o el autobús y otros llamaron a la oficina o a sus familiares para que vinieran a recogerles.</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong>Casi todos perdieron el número de teléfono de sus compañeros de viaje y las fotografías amarillearon olvidadas en los cajones.</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong>Pero mientras a unos se les agotaba el recuerdo, otro grupo de esforzados viajeros, estaba ya perdido en alguna parte; tranquilamente sentado, merendando junto a sus compañeros de viaje, camino del País Que No Tiene Nombre.</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong>Fin</strong></span></div><div align="justify"><span style="color:#cccccc;"><strong></strong></span></div>Trenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.com15tag:blogger.com,1999:blog-11675892.post-1162328059380873662006-10-31T21:07:00.000+01:002007-02-24T23:00:38.779+01:00Cuento para F. Segunda parte.<div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong>La luz del sol se filtraba por las cristaleras e iba a parar a la superficie del agua de unos pequeños estanques, repartidos estratégicamente por los jardines y formaba un arco iris tras otro. Y no acababa aquí, sino que podías andar por esos caminos de color y todos decían que era como pasear por el Arco Iris de verdad. Y hubo más de una discusión porque algunos se empeñaban en pasear por colores que ya estaban ocupados por otras personas y no querían ceder su rojo o su añil a nadie. Así y todo, nunca hubo que lamentar más que algún pequeño chichón en las cabezas o un ligero arañazo en los brazos de los más peleones.</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong>Cuando todo el mundo hubo paseado lo suficiente como para gastar un buen par de zapatos, apareció el Gran Mayordomo de la Casa Real con la noticia. Estaban invitados a comer en Palacio con la Familia Real al completo. Esto causó un gran revuelo; las señoras decían que no tenían nada que ponerse y rebuscaban en las mochilas algo adecuado para la ocasión y los señores se limpiaban los zapatos, frotándolos en los bajos de los pantalones, se abotonaban hasta el cuello las camisas e intentaban que sus esposas les hicieran un nudo impecable en la corbata.</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong>Al fin, la comitiva estuvo dispuesta y, siguiendo las instrucciones del Gran Mayordomo, fueron desfilando ante los Reyes, los Príncipes y todos los parientes de Sus Majestades que, por nada del mundo se hubieran perdido una comida gratis.</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong>Acabada la imprescindible ceremonia, pasaron al comedor donde, bajo las enormes arañas de cristal, se había dispuesto una mesa larguísima. Sobre el mantel, blanco de nieve, la mejor vajilla, la cristalería más fina y los cubiertos de oro de la Reina, que se había ordenado atar cuidadosamente a unas gomas flexibles sujetas por un gancho bajo la mesa, porque en el último banquete oficial se habían perdido casi la mitad en los bolsillos de los invitados.</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong>Todos disfrutaron de la excelente comida y de la mejor conversación y cortesía de la familia real, que se desvivió por sus invitados. Se brindó muchas veces por la salud y larga vida de los monarcas y sus hijos y también por los intrépidos viajeros y sus países de origen.</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong>Después de los postres y con la última copa de vino en la mano, los viajeros rompieron a cantar el "Asturias, patria queriiiiiidaaaaaa...." y al rey le gustó tanto, que quiso quedarse la música para instaurarla como Himno Nacional, pero por ahí no pasaron los dos asturianos que había entre los viajeros y faltó poco para que la fiesta acabara mal.</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong>Por suerte no fue así, y con los estómagos satisfechos y las caras como tomates por los brindis y los esfuerzos cantores, los viajeros se despidieron de Sus Majestades y se fueron a ver un poco más del país que no tenía nombre aún, porque nadie se había acordado de preguntar tal cosa.</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong></strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong>Continuará...</strong></span></div>Trenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-11675892.post-1162262393225506942006-10-31T03:06:00.000+01:002007-02-24T23:00:10.742+01:00Cuento para F. Primera parte.<div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong>Erase una vez, un país muy, pero que muy lejano; tan lejano que ni siquiera estaba en la Tierra Conocida.</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong>Para ver un simple indicador que señalara la dirección, había que andar muchísimo. Las personas que querían encontrarlo, tenían que pertrecharse con toda clase de cosas porque el viaje solía durar tanto que cuando llegaban, algunas ya eran viejecitas. Así que, por si acaso, se compraban bastones con empuñaduras de plata, que duran más, y zapatillas de fieltro forradas de piel de cordero (todo el mundo sabe que los abuelitos siempre tienen frío en los pies) y las señoras nunca descuidaban sus rulos y sus secadores de pelo por si no encontraban peluquerías en el camino. Y todos, todos, dejaban hecho el testamento, que "más vale prevenir" decían.</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong>La principal atracción del lugar a que nos referimos, era que no tenía nombre. Los indicadores solo decían "Por aquí se va..." o bien "Siga, siga que ya falta menos..."</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong>Esto, en lugar de aclarar las cosas, confundía más. Algunas veces iban a parar a algún McDonald´s, cosa que molestaba a los viajeros ya que engordaban solo con olerlo y luego les dolían las articulaciones cuando se ponían en camino otra vez.</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong>Pero nada arredraba a quienes ya habían demostrado tanto valor al emprender la aventura del viaje y, cuando se equivocaban muchísimo y solo llegaban a un bosquecillo o a una insignificante cabaña, se lo tomaban muy bien y se sentaban tranquilamente a merendar pan con aceite y chocolate y, al acabar el refrigerio, se enseñaban unos a otros las fotografías de sus hijos o de sus nietos y las señoras aprovechaban para poner verdes a sus nueras, mientras los señores ponían verdes a los entrenadores de sus equipos de fútbol favoritos.</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong>Se lo pasaban tan bien que, algunas veces, se perdían a propósito.</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong>A trancas y barrancas, algunos de estos animosos viajeros, conseguían llegar a la capital del país que no tenía nombre. Ya desde muy lejos se veían brillar las cúpulas de sus magníficos palacios que estaban revestidas con mosaicos de colores luminosos. Las malas lenguas comentaban que el arquitecto había imitado a un tal Gaudí, pero como casi nadie sabia quien era ese señor, no hacían caso y se quedaban encantados viendo las relucientes torrecillas y los preciosos ventanales de vidrios de colores.</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;color:#333333;"><strong>Continuará...</strong></span></div>Trenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-11675892.post-1144699312089602332006-04-10T22:00:00.000+02:002007-02-24T22:18:10.992+01:00<div align="center"><strong>Cosas que hacer<br /></strong><br />Hablar con alguien<br />para romper<br />esta hora del día.<br /><br />Acercarme a la puerta<br />por si llega.<br /><br />No contestar, si llama.<br /><br />Pasearme el pasillo<br />varias veces<br />sin que se note<br />que estoy nerviosa.<br /><br />Hacer algo con esta cabeza<br />que no para de doler.<br /><br />Emigrar con los pájaros,<br />lo más lejos posible.<br /><br />Buscar en el armario<br />un pañuelo;<br />de los de llorar.<br /><br />Mejor dos, por si tarda.<br /><br />Comprobar que funciona<br />el teléfono.<br /><br />Sí; funciona.<br /><br />No descolgar, si llama.<br /><br />Hacer balance<br />y ver lo que me queda.<br /><br />¡Urgente!<br />Tomar dos aspirinas.<br /><br />No llorar más<br />a partir de las nueve.<br /><br />Salir a la calle<br />antes de que me aplasten<br />las paredes.<br /><br />Mañana, sin falta;<br />salvar el resto de mi vida.<br /></div>Trenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.com46tag:blogger.com,1999:blog-11675892.post-1139269800029935902006-02-09T00:44:00.001+01:002008-07-11T11:07:20.869+02:00Agua y cenizas<div align="justify">De niña, venía aquí cuando quería esconderme. Sigue siendo un lugar solitario y eso me gusta. Cuando baja la marea puedes pasar mucho tiempo rebuscando pequeños tesoros que el mar ha dejado ahí para nosotros. Guardo, guardaba, muchos de ellos. Diminutas estrellas de mar, caparazones de erizo, conchas nacaradas y trozos de caracoles pulidos y repulidos a base de años de roce con la arena. A veces me parecía que algunos de esos hallazgos tenían un significado especial; los apretaba en mi mano y cerraba los ojos intentando comunicarme con ellos; quería que me hablaran; que me contaran los secretos de su vida, que me dijeran desde cuando estaban muertos y si les dolía haber dejado de vivir. </div><div align="justify">Ahora tengo unas pocas respuestas y sé que a muchos les dolió; que otros habitantes del mar horadaron sus caparazones y se los comieron vivos y que antes de eso, ellos se habían comido a otros porque así es la vida en todas partes. Y también sé que una vez has muerto, nada te duele ni te atañe.</div><div align="justify">Esta mañana he hecho mi último viaje a esta playa. Me han traido en el coche desde la capital, dando tumbos en el maletero; la carretera sigue estando llena de baches pero me gusta; eso mantendrá la calma en este rincón de la costa y los cangrejos podrán seguir trepando por las rocas en paz.</div><div align="justify">Mi hijo me ha sacado del maletero y conmigo en brazos, se ha adentrado en el mar, bordeando el acantilado, allí donde las olas baten con más fuerza y ha destapado la urna; ha esperado hasta ver venir una gran ola y justo al llegar el agua a la rompiente, ha volcado en ella mis cenizas.</div><div align="justify">El mar se me ha llevado. No sé si volveré a esta playa convertida en parte de algún caparazón, dentro de mucho tiempo o si entroncaré con los millones de pólipos muertos en la base de un coral o cuanto viajaré por las bocas de los peces, mezclada con el agua.</div><div align="justify">Aún no tengo todas las respuestas.</div>Trenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.com23tag:blogger.com,1999:blog-11675892.post-1138092502470631802006-01-24T09:44:00.000+01:002007-06-02T11:42:16.573+02:00Trampas de cobardes<div align="justify">Se sentaron a la pequeña mesa detrás de las vidrieras. Apetecía tomar un café caliente; la mañana había resultado demasiado fría para un paseo tan largo. Les costó encontrar un ángulo en que no estuviesen frente a frente. Después de la discusión de la noche anterior no les apetecía mirarse a los ojos.<br />-¿Qué vas a tomar? – preguntó él cuando se acercó la camarera.<br />-Un café. Con dos sobres de azúcar, por favor.<br />-Dos cafés entonces, gracias.<br />Cuando la chica se alejó, Luis dijo:<br />-No sé como puedes beber el café tan dulce; sólo sabe a azúcar.<br />-El azúcar me vendrá bien; necesito energía.<br />-¿Energía? ¿Tan cansado es salir un rato con tu marido?<br />María no contestó. Fijó la mirada en lo que pasaba más allá de los cristales. Desde allí se veía el mar; un rectángulo de agua entre dos edificios altos y un mirador enrejado que ocultaba la playa. La gente paseaba bien abrigada; guantes de lana, bufandas alrededor del cuello; una mujer llevaba una estola de piel demasiado elegante para un paseo matinal. Prefería fijar su atención en todo eso que no le importaba. No quería pensar en cómo decir a su marido lo que quería decirle.<br />La voz de Luis le llegó impaciente.<br />-Tómate el café; se va a enfriar.<br />-Sí, gracias. No me había dado cuenta.<br />-Últimamente, no te das cuenta de nada. Estás en la luna a todas horas. ¿Se puede saber que te pasa?<br />María, levantó las cejas e hizo un ligero gesto con la mano. Abrió la boca como para contestar pero volvió a cerrarla y no dijo nada. Bebió un sorbo de café. Luis la miró enojado y cuando vio que no tendría respuesta, abrió el periódico por la sección de deportes, cruzó las piernas y se concentró en la lectura.<br />De pronto, María preguntó en voz baja -¿Y tú, dónde estás?<br />-¿Qué? ¿Que dónde estoy? ¿Qué quieres decir?<br />-Digo que donde estás. Ya sé que ahora estás aquí, delante de mi tomando un café, pero te pregunto algo distinto. ¿Dónde estás, realmente, todos los días y todas las noches? ¿Dónde estás cuando llegas a casa? Y creo que deberías decirme donde pasas el resto del tiempo.<br />Luis dejó el periódico, movió la silla para quedar frente a ella, adelantó el torso y puso su cara a un palmo de la de su esposa.<br />-¿Qué coño te pasa a ti? Te pones insoportable ¿lo sabes? ¿Esto es más de lo mismo que ayer noche? Venga, a ver ¿qué me dices? ¿Qué te engaño otra vez? ¿Qué Carmen vuelve a estar por medio ¿Es eso? Sí, claro; porque tú nunca olvidas.<br />A María le vinieron a la cabeza un millón de pensamientos. Recordó la rabia cuando se enteró de aquella infidelidad; se sintió humillada, despreciada, y recordó otros muchos momentos en los que su matrimonio había entrado en crisis. Ella había querido conservar su hogar, tener hijos, contar en la vida de Luis y por eso cerraba los ojos tantas veces a la evidencia. Ahora ya no estaba segura de que valiera la pena luchar por conservar todo eso. Y obraba en consecuencia.<br />-Solo digo que te miro y ya no sé quien eres –continuó -. Nunca me hablas y tampoco me escuchas. Si quiero decirte algo te encierras en el despacho. Hay que estar en público para que te dignes contestarme. Yo solo quiero que reencontremos algo de lo que teníamos cuando nos casamos; quiero saber si podemos recuperar nuestra vida; quisiera que cuando entras en casa lo primero que hicieras no fuera encender la televisión o esconderte detrás del periódico. Me gustaría que me escucharas cuando quiero decir algo; quisiera que me contestaras con algo más que “sí, no, veremos” o “calla, que quiero oír las noticias” Apenas dices otra cosa ¿no te das cuenta?<br />-Vale, muy bien ¿y qué? ¿Tienes tú algo mejor de que hablar?<br />-Lo tenía; mejor dicho, lo teníamos. Antes había muchas cosas sobre las que conversar, mucho que compartir. Y me escuchabas.<br />-Antes era antes, y ahora es ahora – respondió Luis, encogiéndose de hombros.<br />-Ya. Ahora llevamos siete años casados. Tiempo suficiente para haber agotado las ganas de conversación.<br />Luis, echó el cuerpo hacia atrás en la silla y cruzó los brazos sobre el pecho. Esbozó una sonrisa displicente.<br />-Será que es muy importante que te escuche mientas me cuentas lo difícil que es fregar los platos.<br />Por un momento Luis creyó que su mujer iba a contestarle y no quiso esperar. Volvió a acercar su rostro al de su mujer. Las palabras sonaron como insultos.<br />-¿Y si yo no quiero hacer otra cosa? ¿Si no quiero cambiar?<br />Ella le miró a los ojos y contestó con firmeza:<br />–Me iré. Y ahora mismo. No puedo vivir así.<br />Luis le sostuvo la mirada un momento y luego se acomodó mejor en la silla, cogió el periódico y volvió a la página de deportes.<br />María se puso en pie; se abotonó el abrigo, tomó el bolso y salió de la cafetería. En el bolsillo esperaba el billete de tren para Lisboa. Ya vería si Andrés resultaba ser mejor compañía que la que dejaba atrás. Pensó que había sabido llevar a Luis a su terreno fácilmente; era de suponer que él no aceptaría nada de lo que ella le pidiera. Llamaría a casa y que Juanita le bajara las maletas a la portería. Tenía el tiempo justo para llegar a la estación.<br />Luis, en la cafetería, sacó el móvil del bolsillo y marcó un número. Cuando obtuvo respuesta, dijo:<br />–Carmen: está hecho y ha sido muy fácil. No, no se ha puesto histérica; ya te contaré. ¿Cenamos en el “Bristol” esta noche?</div>Trenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.com24tag:blogger.com,1999:blog-11675892.post-1135358528902418662005-12-23T18:16:00.001+01:002008-11-27T20:00:07.263+01:00¡Feliz Navidad..!<div align="justify">Por si no me da tiempo de desearos las mejores las Pascuas Navideñas, a cada uno en vuestros blogs, os dejo aquí la dirección de mi particular deseo de que sean realmente dichosas para todos vosotros.</div><div align="center"></div><div align="center">*</div><div align="center"></div><div align="center">*</div><div align="center">Y que el Año Nuevo permita que se realice todo aquello que éste 2005 no permitió.</div>Trenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-11675892.post-1134756032542759742005-12-16T18:58:00.000+01:002007-06-17T21:35:37.974+02:00Instrucciones para cascar un huevo<div align="justify">Antes de iniciarle en esta delicada operación, usted debe responder a algunas cuestiones importantes, que le detallo a continuación.<br />¿El hecho de romper un huevo le supone un cargo de conciencia?<br />¿Piensa usted que dentro de esa cáscara late una vida potencial que podría dar origen a un lindo pollito? </div><div align="justify">¿Se tapa los ojos cuando pasa ante una pollería?<br />¿Llora cuando le sirven un muslo de pollo a la plancha?<br />Si ha contestado “sí” a alguna de las preguntas anteriores, olvídelo. Usted no reune las condiciones para cascar un huevo como mandan los cánones .<br />En caso contrario, siga leyendo.<br />Abra la nevera de su cocina y saque un huevo. Esta operación debe hacerse con sumo cuidado ya que los huevos tienen una absurda tendencia a escaparse de las manos y romperse estrepitosamente al llegar al suelo.<br />Una vez el huevo esté en la palma de su mano, intente darle confianza; que no sospeche ni por un momento lo que piensa hacer con él. Páselo de una mano a otra acariciándolo suave pero firmemente, mientras va pensando sobre que superficie va a darle el golpe de gracia. Le desaconsejo de modo absoluto el canto de mármol de la encimera; eso es sólo para expertos. La mejor opción para principiantes es el borde de un plato hondo (los de papel no son adecuados)<br />Si ha optado por el plato, póngalo sobre una superficie plana y luego coloque el huevo en posición , desplazándolo desde la palma de su mano hasta los dedos sin dejar de sujetarlo con firmeza. Oriéntelo a unos 90 grados en relación al borde del citado plato; tantee el ángulo huevo-borde con algunos movimientos de aproximación y cuando esté seguro de que es el correcto, aseste el golpe definitivo; fuerte y seco.<br />No se desanime si el contenido del huevo ha quedado desparramado en la encimera y nota una sustancia viscosa resbalando entre los dedos; es su primera vez, no se preocupe. Usted lo conseguirá. Limpie todo y vuelva a intentarlo. </div>Trenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-11675892.post-1133652277436770102005-12-03T23:54:00.000+01:002007-02-24T22:22:08.818+01:00Haiku o Jaikú<div align="justify"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">Haiku o Jaikú, es una forma de escribir poesía que nace en Japón en el siglo XVI . El antecedente del Haiku es el Haikai, poema que se escribía en grupo y que podía tener 36, 50 o 100 versos. El iniciador escribía solo tres, de medida 5, 7 y 5 sílabas respectivamente. A partir de esos tres versos, los demás participantes, seguían componiendo el poema, en versos heptasílabos, hasta finalizarlo. Esas tres primeras líneas, recibían el nombre de Hokku, y es lo que dará lugar al Haiku. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">Es muy difícil para el pensamiento occidental penetrar la sutileza de este tipo de poesía, tan característica, que no habla de las personas de forma directa, sino a través de imágenes relacionadas con la naturaleza, aunque ya el género se abrió hace mucho a la forma del verso occidental. Octavio Paz, entre otros genios y Ezra Pound con su "imaginismo" nos proporcionaron pautas para acercarnos al Jaikú, sin avergonzarnos demasiado por no poder plasmar lo mismo que los orientales en este tipo de escritura. Y también nos han permitido saltarnos la métrica tradicional.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">Os dejo cuatro de los que me atreví a escribir para un ejercicio literario.</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">*</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">I</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">Sol filtrado;</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">una cárcel de persianas</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">en el salón.</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;"></span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">II</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">Mis dos gatos</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">sobre la cama;</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">dos almohadas que laten.</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;"></span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">III</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">Largas noches</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">no traen mejores sueños</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">al infortunado</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;"></span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">IV</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">Al buitre carroñero</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">nada le importa</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">de la vida del hombre.</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">*</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">*</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;"></span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">Y por si os apetece leer verdaderos Jaikús, acercaos a mi página de poetas en estas direcciones:</span></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;"></span></div><div align="center"><a href="http://personal.telefonica.terra.es/web/trenzas2/haiku.htm"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">http://personal.telefonica.terra.es/web/trenzas2/haiku.htm</span></a></div><div align="center"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">*</span></div><div align="center"><a href="http://personal.telefonica.terra.es/web/trenzas2/haiku2.htm"><span style="font-family:verdana;font-size:85%;">http://personal.telefonica.terra.es/web/trenzas2/haiku2.htm</span></a></div><div align="center"></div><div align="center"></div><div align="center"></div>Trenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-11675892.post-1132742407545231162005-11-23T11:38:00.001+01:002008-07-11T11:10:26.553+02:00Galeote<div align="center"><span style="font-size:85%;">Disculpen la extensión. Permiso concedido para leerlo por entregas :)</span></div><div align="center"><span style="font-size:85%;">*</span></div><div align="justify"><br />Soy, o fui, Lucas Pérez, el de Aranda, que allí creo haber venido al mundo y esto que voy a relatar comenzó cuando tenía menos de veinte años.<br />Yo estaba condenado a galeras por una cuchillada que le asesté a un hidalgo demasiado remiso a entregarme su bolsa. Ese fue el delito por el que me llevaron preso pero no el único que había cometido, que desde que tuve uso de razón, otra cosa no hice si no fue robar, herir o matar.<br />Nadie que no lo haya vivido puede imaginar lo que es ser galeote por sentencia, que los que iban voluntarios, los llamados buenos boyas, tenían algún beneficio, pero para los condenados aquello era el mismo infierno.<br />Vivíamos al raso, así arreciara el temporal o el sol nos abrasara, apenas cubiertos con harapos, encadenados al banco por los pies, junto a otros tres o cuatro hombres, según fuera el peso y el largo del remo, que eran los normales de ciento treinta kilos y más de doce metros. Comíamos, dormíamos y hacíamos nuestras necesidades sin detener la boga. La inclinación de los talares, dejaba entrar el oleaje que, al salir, se llevaba una parte de la suciedad, pero nunca bastante y el hedor de la orina y las heces de doscientos cincuenta remeros, era insoportable. Los piojos y las chinches nos comían desde la rapada cabeza hasta los talones y se cebaban en las heridas que los cómitres nos hacían, a golpe de rebenque, cuando el impulso que llevaba el barco no les satisfacía. Nos daban de comer dos veces al día, siempre lo mismo; potaje, agua y pan, todo escaso, tanto, que de la misma hambre, a veces deseábamos que entrara en combate la galera, que entonces añadían algo de tocino y las raciones eran más abundantes. Y si moríamos de un arcabuzazo, mejor muerte era que de mordiscos de piojos.<br />Cuando soplaba la brisa, se largaban las velas y había algún tiempo de reposo. Fue en uno de esos pocos descansos cuando di en imaginar como hubiera podido ser mi vida si hubiera visto otro camino; si hubiera hecho otra cosa que robar, matar y embrutecerme. Podía haber sido diferente aunque nunca hubiera salido de pobre pero podría haber tomado algún oficio de aquellos que cuando estaba libre me parecían de tanto cansancio y que ahora, desde el banco de remo, se antojaban livianos. Y hubiera podido comer sobre un espacio limpio un pan que no apestara y andar sobre mis piernas cuando me apeteciera. Me desesperé pensando que si salía vivo, ya sería demasiado viejo y torpe para empezar otra vida; que nadie abriría sus puertas a un antiguo forzado y que si así fuera, no me quedaría tiempo bastante para enmendar el mal que había hecho. Las lágrimas me ahogaban con esos pensamientos y un día me encontré repitiendo la única oración que aprendí de niño, cuando mi madre me llevaba a la iglesia, y di en recitar avemarías, una detrás de otra y de tal modo sentía cada palabra, que no parecía sino que me clavaban astillas en el pecho cuando repetía “ruega por nosotros pecadores, Santa Madre de Dios..” Prometí mil veces que si me viera libre, acabaría mis días sobre la tierra en penitencia y ayudando a quien pudiera necesitarme. En nada más pensaba y ya no me importaba el hedor, ni el hambre, ni las chinches ni las cadenas; sólo remaba y ponía mi esperanza en Dios.<br />Y una mañana de octubre del año 1571, la galera entró en combate y el aire se llenó de gritos y lamentos; los artilleros corrían a los cañones y los disparaban tan aprisa como era posible, las toldillas ardían, las carrozas de popa saltaban destrozadas y en el estanterol los cómitres gritaban y repartían latigazos sobre nuestras espaldas para apresurar el empuje; los remos golpeaban cuerpos mutilados y levantaban el agua ensangrentada, mientras palos, velas y cuerdas caían sobre nosotros que, atados a los remos, no podíamos ni luchar por nuestra vida ni protegernos. Recé lo que creí sería mi última oración; recuerdo que grité “Santa María, Madre de Dios..” cuando un proyectil reventó a mi lado y me lanzó al agua. Caí en medio de los restos de otro barco, que el oleaje y el empuje de las galeras arremetiéndose con furia desplazaban de un lado a otro, y luego debí perder el sentido porque ya no recuerdo nada más de aquel suceso.<br />Desperté en Chipre; unos pescadores me recogieron casi muerto cuando llegué a la playa empujado por la marea y todos se maravillaban de como había logrado seguir a flote con aquellas cadenas colgando de los tobillos. Sané y supe que la Providencia me daba la oportunidad por la que tanto había rezado. Lo que no pude imaginar es que mi existencia se alargaría por más de dos siglos y que el precio por una vida de arrepentimiento iba a ser más duro de soportar que el banco en la galera.<br />Intenté cumplir; gané mi pan humildemente y lo compartí con quien lo necesitara, peregriné y ayudé a peregrinar, recé y enseñé a rezar, con la vida y el pensamiento puesto en el esfuerzo de mi salvación eterna. Nunca poseí más que lo imprescindible y acepté cuantas desgracias, golpes e insultos me sobrevinieron buscando consuelo en la oración y la penitencia.<br />He vivido doscientos veintiocho años. He visto caer reyes y morir papas; he sufrido guerras, hambre, pestes y miserias; y muchas, muchas veces me pesó haber rogado por mi vida, que era enorme la carga sobre mis espaldas y hasta llegué a desear que Dios no me hubiera escuchado y me hubiera dejado morir en aquel mar de sangre. No puedo describir el dolor de ver cómo acaba todo lo que conoces una y otra vez; el horror de no envejecer cuando todos los demás lo hacen; el no poder arraigar en ningún lugar más que unos pocos años porque nadie comprendería el por qué de una juventud siempre igual. Me costó mucho entender que vivir era el auténtico castigo, que ese era el infierno que con mis oraciones había intentado evitar. Dudé muchas veces si fue Dios o el Diablo quién me conservó el aliento y tuve que luchar con todas mis fuerzas para seguir teniendo fe, para no volverme loco, para contener la cólera que me asaltaba de tanto en tanto y para no cometer el pecado de quitarme la vida, que hasta eso quise hacer en mi desesperación .<br />Y un día llegué hasta las puertas de este convento y algo en mi interior me dijo que era aquí donde debía detener mis pasos y buscar un poco de paz; solicité el amparo y los frailes me acogieron, sin preguntas, como si ya supieran todo de mi alma atormentada. Llevo aquí unos pocos años y ahora sé que mi tiempo acaba. Estoy envejeciendo muy aprisa y mis fuerzas ya no bastan a sostenerme. Dejo este pliego en manos de fray Ginés, que me asiste en estos últimos días de vida en la tierra y cuando me haya confesado y dado los últimos Sacramentos, que su voluntad disponga de él como mejor convenga. A mí solo me queda entregarme en brazos de la Providencia y dejar mi alma al cuidado de Su infinita misericordia.<br />Ahora y en la hora de mi muerte. Amén.<br />Rávena, octubre de 1749 </div>Trenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.com19tag:blogger.com,1999:blog-11675892.post-1117310472835014422005-11-20T18:10:00.002+01:002008-07-11T18:28:35.579+02:00EncuentroCasualidades o premoniciones, que sé yo...<br />Había estado pensando en ti desde el lunes y ayer nos encontramos y me dijiste lo mismo; que habías estado pensando en mi.<br />Después de eso ya no sabíamos que decirnos.<br />-¿Y cómo estás?<br />-Como siempre. ¿Y tú?<br />-Pues lo mismo, ya ves, no es fácil que las cosas cambien.<br />-Es verdad, no es fácil...<br />-Pero han cambiado; y mucho.<br />-Lo que salta a la vista es que se te ha puesto el pelo casi blanco. Ahora tus canas son negras.<br />Te reíste.<br />-Siempre igual; sacándole el chiste a todo.<br />-No; a todo no sé sacarle el chiste. Ni antes ni ahora.<br />-¿Y a que te dedicas?<br />-A lo mismo de siempre; rutinaria que es una.<br />Una sonrisa y tiraste el cigarro, aplastándolo minuciosamente.<br />-¿Ya tienes a alguien en mi sitio?<br />-No. Tu sitio no lo ocupa nadie. Está igual de vacío que cuando tú lo ocupabas. Solo que entonces no podía utilizarlo y ahora sí.<br />-¡Mira que eres..!<br />-¿Borde? ¿Esa es tu palabra clave aún?<br />Ya no respondiste más que con la despedida.<br />Al menos esta vez, sí te despediste.Trenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-11675892.post-1131547480573863422005-11-09T15:39:00.000+01:002007-02-24T22:27:01.882+01:00Ultra-breves<span style="font-size:130%;">Discusión.</span><br /><span style="color:#ffffff;">*</span><br />“¿Es absolutamente imprescindible que hagas siempre lo mismo que yo?” dijo el hombre, enfadadísimo.<br />“¿Es absolutamente imprescindible que hagas siempre lo mismo que yo?” contestó su clon, enfadadísimo también.<br /><span style="color:#ffffff;"> *<br /></span><span style="font-size:130%;">Joyas</span><br /><span style="color:#ffffff;">*</span><br />Le dijeron tantas veces que sus dientes eran perlas, que se los arrancó para hacerse un collar.<br /><span style="color:#ffffff;">*<br /></span><span style="font-size:130%;">¡Silencio!</span><br /><span style="color:#ffffff;">*</span><br />Fue tan repentino, que llegó con la boca llena de palabras. Y la Muerte le dijo: “¡No me cuentes tu vida..!”Trenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.com16tag:blogger.com,1999:blog-11675892.post-1131099800067046702005-11-04T11:20:00.000+01:002007-06-02T11:43:24.828+02:00Argia<div align="center"><span style="font-size:85%;">Variación sobre un tema de Italo Calvino. De su libro "Las Ciudades Invisibles</span>"</div><div align="center">*</div><div align="justify"></div><div align="justify">Lo que hace a Argia diferente de las otras ciudades es que en vez de aire tiene palabras.<br />Las palabras cubren completamente las calles, las habitaciones están repletas de letras de todo tipo y tamaño , sobre las escaleras se posa un infinito número de signos de admiración alternados; encima de los tejados los interrogantes se entretejen para no dejar pasar el agua.<br />Si los habitantes pueden andar por la ciudad, sin pisar alguna palabra que les agrade o les emocione, no lo sabemos.<br />Pero estamos seguros de que eso les resulta muy difícil; les conviene quedarse quietos y tendidos, hasta que las palabras que no quieren pisar se alejen de ellos. </div><div align="justify">Hay quien dice que de noche, las palabras juegan entre ellas a componer poemas, y no queda sino creerlo. Los lugares están silenciosos. De noche, pegando el oído al suelo, se puede escuchar la cadencia de los versos.</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div>Trenzashttp://www.blogger.com/profile/04204512496712100370noreply@blogger.com9