28 abril 2005

Cartas nunca escritas II

Mi señor Lancelot;
Habré muerto antes de que esta carta llegue a vuestras manos. No os aflijáis por ello. No es vuestra culpa. Soy yo quien ha buscado morir y no siento pesar.
Nunca he sabido porqué mi vida hubo de transcurrir en el encierro y la soledad. El destino quizá o la maldad de gentes que no conocí. Desde la infancia supe que huir de mi prisión era la muerte. Y no quise luchar.
Me resignaba con lo imprescindible para mi sustento. Tenía mis telares, un libro de oraciones y un espejo frente a la ventana, único modo de ver pasar el tiempo. El espejo decía primavera o invierno, paloma o halcón, y me bastaba. Eso creí. Hasta que un día el espejo os miró.
Pasabais a caballo por el puente. La armadura brillante, los cabellos al viento. Os vi. Os vi alzar el rostro y mirar la ventana. El espejo me dijo tantas cosas de vos en un instante, que os amé sin remedio.
Y no encontré paredes que fueran tan espesas, ni puertas tan cerradas, ni escaleras oscuras o empinadas, ni nada que pudiera detener mi afán por alcanzaros. No me detuvo saber que era imposible.
Con mis últimas fuerzas llegué al río. La barca ya esperaba con el barquero atento. Él lo sabía. "Es Lancelot, me dijo, y el fin de vuestra vida".
No me importó. Mejor morir mil veces que nunca haber sentido el corazón ardiendo, que nunca haber amado, que nunca haberos visto.
La barca se desliza por un rio de sombras y os llevará una sombra. Otra cosa no fui.
Os amo para siempre.
Eliane, doncella de Shalott
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Primera edición: 1998
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23 abril 2005

Cartas nunca escritas I

Hola, Sueño;
La noche de ayer se complicó. Me fui a dormir tarde y triste. Solo tu recuerdo me confortaba y hubo un momento, ese en que aún no duermes pero tampoco estás despierta, en que creí verte, sonriendo, a los pies de mi cama.
Y hoy, el día ha levantado gris y frío.
No importa; estás ahí, en algún lugar, sentado en la copa de un árbol o escondido tras las cortinas para verme pasar y protegerme. Lo sé. Y nada impedirá que mientras sigo la rutina diaria, cierre los ojos un momento y me vaya contigo, de tu mano, a volar entre las nubes.
Me pondré ese vestido azul estrella y dejaré que su brillo me traspase.
Quiero ser solo luz para volar más lejos.
Desde ahí, tan alto, miraremos el mundo lleno de ruidos y polvo. Que más da, si no puede alcanzarnos. "Adiós mundo, hasta luego..! Ahora no tengo tiempo para tí..! Mira, estoy aquí, sentada en esta nube junto a Peter, así que haz el favor de olvidarme por un rato..!"
Y cuando pase el tiempo yo tendré que volver y tú te quedarás, jugando al escondite con tu sombra.
Y luego vendrán días de noches complicadas. Quizá no pueda verte. Pero sí que podré mandarte un beso, envuelto en ilusiones y sonrisas, a tu casa de siempre.
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Peter Pan
Calle del Primer Sueño
Segunda Nube Azul (a la derecha)
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Que sea feliz tu viaje. No olvides no olvidarme.
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Wendy
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Primera edición: 19 abril 1999
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14 abril 2005

Erase una vez...

Ni los más ancianos de la bandada recordaban haber conocido a un pato tan charlatán como el pequeño Cuaki. Ya se sabe que los patos en cuanto empiezan a saber graznar un poco, pasan el día entero detrás de los mayores preguntando el porqué de todo, pero Cuaki verdaderamente, se pasaba. No cerraba el pico ni un momento desesperando a sus padres y hermanos que se veían obligados a consumir grandes cantidades de hierbas medicinales para soportar el dolor de cabeza que les producía tanta charla.
Y lo peor era que, inmerso como estaba en su constante parloteo, nunca prestaba atención a lo que le respondían.
Lejos de mejorar con el tiempo, Cuaki siguió importunando a todos con sus preguntas y su conversación incansable, tanto, que cuando llegó el otoño y con él el momento de emigrar, la bandada se puso de acuerdo para dejar atrás a Cuaki. Ya eran bastante llamativos para los cazadores sin el tableteo continuado del joven pato.
Así que, una madrugada, mientras Cuaki descansaba el pico entre las cálidas plumas de su ala derecha, la bandada levantó silenciosamente el vuelo y se alejó dejando solo al ruidoso joven.
Aún antes de despertar del todo, Cuaki ya empezaba a hablar y esa mañana le extrañó mucho no escuchar en respuesta la voz de su padre, diciéndole a graznido limpio ¡CALLATEEE...!
Se sorprendió tanto que, por una vez, con el miedo en la garganta, no tuvo graznido que decir. Sigilosamente salió del nido y empezo a buscar por las orillas de la laguna. Lo normal era que a esas horas estuviera llena a rebosar de compañeros que desayunaban gusanos fresquitos o caracoles recién salidos de sus conchas o buceando en el agua para pescar alevines distraidos, pero aquel día no había nadie. No se oía nada. Ni un batir de alas, ni un graznido, ni una llamada.
Cuaki estaba solo. No sabía que hacer. Su corta vida había transcurrido al abrigo de infinitas plumas de infinitos patos y ahora no había nadie alrededor. Intentó recordar las conversaciones de los mayores. Quizás habían dicho algo que le indicara lo que pasaba, pero por más que pensaba solo recordaba el sonido de su propia voz preguntando y charlando. Ninguna palabra de los demás le venía a la memoria. Se dio cuenta de que nunca había escuchado a nadie, ni siquiera las respuestas a su incesante preguntar. A él solo le había interesado hablar y hablar.
Triste como nunca se había sentido y cansado de buscar inútilmente, Cuaki se acurrucó entre las raíces de un grueso árbol. Estaba oscureciendo y tenía miedo y frío y soledad.
El aire se llenó de rumores en los que nunca había reparado. Un grillo cantaba a lo lejos, un ratón de campo corría entre las hojas secas, las ramas de los árboles susurraban balanceándose suavemente y una rana, en la laguna, empezó a croar llamando a cenar a su familia.
Cuaki no durmió aquella noche. Escuchó y entendió las voces del mundo que lo rodeaba y se arrepintió mil veces a lo largo de aquellas horas interminables de haber desoído las palabras de su familia y sus amigos.
Estaba amaneciendo. Tenía hambre y se dirigió a la orilla de la laguna en busca de comida. Cual no sería su sorpresa al ver que en el agua, otro pato estaba desayunando. ¡Eh..!, gritó Cuaki, e inmediatamente se calló, asustado. No quería que el forastero huyera al escuchar su voz. Pero no fue así. Le devolvió el graznido y siguió desayunando como si nada. Cuaki se metió en el agua y nadó hacia él. Bueno, hacia ella, porque resultó ser una agraciada pata. Se presentaron mutuamente y conversaron largo y tendido acerca de sus bandadas y del porqué éstas las habían abandonado a su suerte. Plumalisa, que así se llamaba la joven pata, contó a Cuaki que fue por culpa de su manía de gastar bromas pesadas a sus compañeros y Cuaki le habló de su incesante parloteo. Después de mucho rato se dieron cuenta de que ninguno de los dos se había comportado como solía. Él había escuchado atento y ella no le había arrancado ninguna pluma. Convinieron en que quizá sería posible corregirse, comportarse como todo el mundo y llegar a ser unos buenos patos que pudieran convivir en paz con los demás, aunque también estuvieron de acuerdo en que eso sería mucho más aburrido.
Decidieron quedarse aquel invierno en la laguna y practicar las normas habituales entre los patos y para no aburrirse demasiado hicieron un pacto. Un día a la semana Plumalisa le gastaría todas las bromas pesadas que pudiera a Cuaki y al día siguiente Cuaki hablaría incansable sin prestar atención a lo que dijera ella.
Se lo pasaron tan bien aquel invierno que, cuando llegó la primavera y el amor empezó a estar por todas partes, se casaron y para cuando llegaron las bandadas a pasar el verano, ya tenían toda una prole gastando bromas pesadas y parloteando incansablemente.
Y hasta hoy siguen siendo muy felices.
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Primera edición: diciembre, 1999

08 abril 2005

La influencia...

... de las drogas en la reproducción de la mariposa verde de Singapur, es una cuestión que trae de cabeza a los entomólogos de todo el mundo y que ha generado una gran polémica entre los defensores de las especies en peligro de extinción y los contrarios a que las drogas se legalicen.
En cambio, para las citadas mariposas, la cosa está clara. Llevan años pidiendo esa legalización y asi lo dejaron patente en la manifestación celebrada después de la última Asamblea Extraordinaria.
Encabezada por una pancarta que rezaba "Drogas legales, al alcance de cualquiera y pasando de metadona ¡caray..!", la protesta fue multitudinaria según la organización de la misma. (Según la policía, solo acudieron 17 mariposas y un zángano que provocaron algunos disturbios)
La raíz del problema estriba en que, sin las partículas que deja la respiración de los drogadictos en el ambiente, el 99,9 % de los especímenes machos, se sitúa en una posición de completa indiferencia ante la procreación. Las hembras, dotadas de un fuerte instinto maternal, se desesperan hasta el punto de intentar robar las larvas a otras especies para satisfacer ese instinto. O intentan aparearse con otros insectos, lo que da lugar a muchas confrontaciones. Está documentado que el año pasado, una mariposa verde se puso a hacerle carantoñas a un escarabajo pelotero, que no se negó. A consecuencia de ello, la señora del escarabajo les puso un pleito por adulterio, se divorció de su esposo, pidió la custodia del escarabajito que tenían en común y una pensión de 4 pelotas de estiércol por semana.
Funestas consecuencias de un problema que no han provocado ni las mariposas ni los escarabajos.
Sinceramente espero que el mundo en general recapacite sobre la conveniencia de resolver esta grave situación, antes de que nos quedemos sin mariposas verdes de Singapur.
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Primera edición; agosto 2001

02 abril 2005

Sectas perniciosas

Los millones de lectores que visitan este blog (disculpad pero es que no tengo abuela) me dicen con frecuencia que se me han aflojado los cables neuronales. La verdad, me parece infinitamente cruel recordarme a cada post mi estado mental teniendo en cuenta lo que tuve que sufrir en el pasado y he decidido contaros toda la verdad.
En una época de mi vida, que intento olvidar por todos los medios, estuve captada por una secta de las más perniciosas. Su nombre, "Pans & Company". ¿A que se os ha puesto la piel de gallina solo de pensarlo? En aquel tiempo yo era una inexperta jovencita que creía honestamente que alimentar a los hambrientos a base de pan y compañía, era una meta deseable en la vida y sin pensarlo dos veces me convertí en un miembro activo. Durante un largo tiempo mi vida tuvo una razón de ser. Me sentía útil y era feliz cuando podía compartir los bocadillos con almas tan necesitadas como yo.
Nada sospechaba de lo que en realidad nos tenían reservado nuestros dirigentes espirituales ni del desastre a que nos abocaban sin remedio, hasta que una mañana en que la ración de pans con tortilla fue realmente excesiva, tuve la sospecha de que algo olía a podrido y no solo en Dinamarca como cree el pretencioso de Hamlet.
El caso es que, mediante sobornos de pans con chorizo a las personas adecuadas, conseguí llegar a los archivos centrales de la organización y pude enterarme de sus diabólicos planes. Tenían montada una ingeniosa estrategia para matar a media humanidad sin que pudieran culparles de nada. La gente moriría con la sonrisa en los labios y bendiciendo el nombre de sus asesinos. El plan consistía en hacer comer a sus víctimas la mayor cantidad posible de pans con lo-que-sea-que tenga-más-grasa y luego, cuando ya tuvieran las arterias taponadas por el colesterol, proporcionar compañía, pero no una cualquiera, no. Compañías de esas que te hacen subir la tensión a 124-120 y que el pulso acelere hasta 130. Para lograrlo ya tenían contratados los servicios de Girls&Boys Sex Ltd. con órdenes de aparecer en el momento justo.
Quedé horrorizada ante tamaño complot y salí zumbando a denunciar el caso a las autoridades competentes. Solo me llevé a uno de los Boys que estaba particularmente..., esto.., en fin, ya me entendéis, no?
Desde ese momento nada más he tenido que ver con la citada Secta aunque es justo reconocer que de vez en cuando me ataca un deseo enorme de un pans con cualquier cosa que chorree grasa por todos sus lados.
Espero que pronto esos deseos desaparezcan porque intento de veras llevar una vida sana y ya solo consumo género de los establecimientos Pans & Prozac.
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Primera edición; no se qué mes del 2001

Acto 1º, escena 2ª

En la escena anterior, Doña Trenzas, una nueva rica, hortera de profesión, ha recibido una llamada de Don Ignacio, capo de la mafia siciliana en Outlook Exprés City.
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Bautistaaaaaa...! La puerta..! Corra a abrir la puerta, por Dios, que es Don Ignacio...! Vamos, vamos, vamosssssss..!
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Oh, Don Ignacio..! Cuánto honor..! Sea usted muy bienvenido. Pase, pase, por favor, está usted en su casa.
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Nada de eso, Don Ignacio. Lo que ocurre es que me mira usted con buenos ojos. Vamos que es usted de una amabilidad que tumba de espaldas.
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No, no, Don Ignacio, que era en sentido figurado! ¿Cómo voy a tumbarme de espaldas en la alfombra? ¿Qué diría el servicio?
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¿Que no le importa un comino el servicio? ¡Don Ignacio, usted no tiene ni idea de lo que cuesta encontrar buenos criados y hay que pagarles un ojo de la cara!
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Bueno, claro, visto de esa manera... Sí, si, ya sé que hay ojos de cristal baratitos y también sé que usted es siciliano y además un Don y la gente le sirve por la cara, pero yo solo...
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No, no creo que necesite un asesino a sueldo pero le agradezco la oferta. Bueno, pensándolo mejor, quizás...¿sabe?, hay un tal Bernardo que a veces se pone un pelín molesto... tendré en cuenta su oferta por si acaso.
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Agradecidísima, de verdad. Y es usted quién me ha honrado con su visita. ¿De veras no quiere pasar al saloncito para un refrigerio?
¿¿¿¿¿.........??????
¡No dispare, por favor, no dispare...! No he dicho nada de meterle en un refrigerador, se lo juro Don..! Un refrigerio es otra cosa, se lo juro, se lo jurooooooo...! Bautistaaaaaaaaaa..... llame a la policíaaaaaaa...!
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Primera edición, julio 2000