Pues resulta que en estos dos o tres días han ido apareciendo cosas en los cajones de mi familia. Además de montañas de fotos y recuerdos de todas clases, han salido también una buena cantidad de cartas, cuentos y crónicas de urgencia que a lo largo del tiempo les he ido enviando y que han conservado por puro masoquismo.
Algunas ni las recordaba. Otras sí, porque me divertí como una loca escribiéndolas y pensando en la cara que pondrían cuando leyeran tanto disparate junto.
Y yo, que soy más bien dócil, he acatado el ruego que, a punta de cuchillo en las costillas, me han hecho mis múltiples familiares y he abierto otro blog para todas esas letras que un día les escribí.
Ellos aseguran que es una bicoca. Al fin y al cabo no tengo ni que pensar para escribirlos porque ya lo están desde hace tiempo. No saben ellos, pobres, que yo para escribir no pienso, porque si lo hiciera, no escribiría ni una palabra. Estoy en contra de la tortura intelectual.
Como me tienen en sus manos y en su ordenador (y como no quitan el cuchillo de mi espalda), me recortaré las uñas para escribir más rápido y me pondré a la tarea.
Que os sea leve...!
1 comentario:
¿Se los puedo leer a dos niñas de 5 y 7 años?
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